Introducción.
La vida del misionero Alejandro Labaka es paradigmática en el tema de la espiritualidad misionera: le ha tocado vivir en el preconcilio, participó en el Vaticano II y en el posconcilio. Ha sido misionero en tres Continentes: nace y se forma en Europa en una espiritualidad preconciliar; vive en el inmenso país de China en una misión viva entre “infieles”; y los últimos 33 años de su vida los pasa en América Latina, desde 1976 a 1987 inserto en minorías étnicas de la selva amazónica. Él ha conocido y vivido en profundidad una espiritualidad misionera anterior al Concilio: pueblos infieles, salvar almas, implantar la Iglesia,etc. En la última etapa del Vaticano II en que participa (año 1965), escucha unas palabras que le impactan: semillas del Verbo. El impacto es muy fuerte, tanto que, veinte años años más tarde, escogerá estas palabras como lema de su escudo episcopal. Veinte años son muchos para que una idea, una teoría, una verdad se enraice profundamente en el alma y el espíritu de una persona. Alejandro Labaka era una mente despierta, aunque no un estudioso de profesión. Pero sin duda leryó artículos sobre este tama, participó como misionero y Obispo en cursos, encuentros,diálogods, etc. Y sobre todo vivenció en su praxis misionera el tema de los valores ocultos en las culturas autóctonas.
1. Teorías de Alejandro sobre inculturación.
Alejandro no publicó ningún libro sobre la inculturación misionera. Sí se conservan de él unas 800 cartas de diversa índole: familiares, de amistades, a las autoridades, etc. También escribió, al ritmo de su caminar misionero por la selva unas crónicas, publicadas luego con el título de Crónica huaorani. De esra fuente vamos a extraer las enseñanzas de Alejandro sobre inculturación.
Encarnación en la cultura huaorani. Estamos en el año 1976.Era el 23 de diciembre y Alejandro estaba en una comunidad huaorani. Dejémosle la pañabra: “Me levanté inundado de una gran alegría. Tal como estaba, en paños menores, me adelanté hasta el jefe de familia, Inihua y Pahua,su señora;junto a mí se hallaba ya el hijo mayor. Con la palabra padre, madre, , hermans, familia me esforcé en explicarles que ellos, desde ahora constituían mis padres, hermanos; que todos éramos una sola familia. Me arrodillé ante Inihua y él puso mis manos sobre mi cabeza, frotando fuetemente mis cabellos, indicándome que había comprendido el significado del acto. Hice otro tanto ante Pahua, llamándole Buto bara (mi madre); ella, posesionada de su papel de ,madre,me hizo una larga camachina (aconsejar), dándome consejos. Luego puso sus manos sobre mi cabeza y frotó con fuerza mis cabellos.Me desnudé completamente y besér las manos de mi padre y de mi madre Huaorani y der mis hermanos, reafirmando que somos una verdadera familia. Comprendí que debía desnudarme del hombre viejo y revestirme más y más de Cristo en estas Navidades”.
En este texto descubrimos una verdadera encarnación del misionero en la cultura huaorani. Se hace uno de ellos.Aquí podemos descubrir una gran empatía del misionero con los Huaorani: sintoniza con ellos. El trata de ponerse en el lugar del otro, ama al otro, su cultura, sus costumbres, se encarna en la familia del otro. Pone a las personas en el corazón de la cultura. Porque la persona es el corazón de la cultura.
2. Aprendiendo el lenguaje cultural.
Otro de los aspectos importantes en el proceso de inculturación para poder llegarv al corazón de las personas, es elm de conocer su lenguaje cultural. Alejandro se empeñó en aprender la lengua huao; escuchó y valorón sus cantos; compartión sus costumbres; perdió timpo en largas veladas nocturnas para escuchar sus narraciones, sus mitos, sus leyendas.